martes, 17 de diciembre de 2013

El Lujo es Vulgaridad

Sebastián estaba sentado como siempre en la terraza del Bar, mirando al río. Soplaba un viento fresco desde el este, que atenuaba el calor que había dejado una tarde de verano húmeda y que empezaba a mermar con el sol ya debilitado del atardecer.  Estaba leyendo una novela gorda, pero se distraía frecuentemente con las conversaciones que escuchaba de las mesas que lo rodeaban. Mientras se detenía a tratar de escuchar la conversación, revolvía con el sorbete el hielo que flotaba en su vaso largo lleno de "coca cola life".

Por fin escuchó nítidamente lo que decía una persona sentada a dos mesas de donde él estaba sentado. Era un hombre de mediana edad, de unos 38 años vestido con jeans, mocasines náuticos y una camisa blanca, que afirmaba con pasión: "nunca entendí algunas canciones de los redonditos de ricota" y, mientras vertía el líquido amarillo de una Stella Artois en un vaso ancho, continuaba la afirmación con los gestos de la mano y una expresión de duda en la cara, agregó: "pero esa frase....  esa frase: siempre me rompió la cabeza". Su interlocutor, aprobaba su comentario rebotando su cabeza como un resorte lento.

Sebastián al escucharlo, se rió y pensó que a él, esa misma frase, le parecía genial y, a la vez, nunca la había terminado de entender perfectamente. Habría alguna señal ahí, algo que una mujer le dijo al autor de la canción (al Indio Solari, en este caso) y que lo había conmovido y convencido. Como esa señal externa que esperamos para evitar dirimir las múltiples dudas que habitan en nuestro interior cuando tenemos que tomar una decisión. Y en eso, mientras pensaba en esa frase, el vaso de cerveza, el calor de la jornada, los pendientes laborales, sonó su celular indicando la llegada de un mensaje. Desbloqueó con su dedo índice derecho la pantalla y encontró en el borde superior izquierdo de la pantalla el ícono verde que indicaba que un mensaje por whatsapp había ingresado. Tocó la figura de la aplicación, y abrió el mensaje. El mensaje decía: "No fue mi mejor día. Pero si se que quiero y que no. Y cuando me equivoco, me doy cuenta y cambio. Un beso, que duermas bien." Sonrió y revisó el mensaje. Lo volvió a leer. Volvió a sonrreir. Pensó que quizás, algo así, habría sentido el Indio Solari cuando escuchó decir de esa boca que "el lujo es vulgaridad".

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