Hace unos años, ya; creo que por 1999 o incluso 2000, nos reuníamos con unos amigos a jugar al pool en un salón de billares de la ciudad de México, ubicado en la Avenida Universidad, en la colonia Oxtopulco, a unos 100 metros de avenida Miguel Angel de Quevedo, muy cerca de donde están las librerías Gandhi y el Fondo de Cultura. Los juegos nos reunían a una banda de gente, pero había un desafío constante: Salvador Santiuste Cué y Fernando Mayorga, por un lado, contra Carlos Moreira y quien escribe estas líneas. La historia se encargará de ponerle aderezo a la veracidad de mis palabras, pero los primeros se autodefinían como "menotistas" para jugar al pool, y nosotros como "bilardistas". En que consistían nuestras diferencias? En que cuando el juego estaba casi concluido, nuestra táctica predominaba por encima de la supuesta habilidad de los contrincantes. Me explico: teníamos como regla dejar la bola blanca entre la negra y el hoyo donde ellos tenían que embocar, de modo que les era imposible en un sólo tiro directo poder insertar la bola negra en la "buchaca". De ese modo, estaban obligados a hacer bandas o cosas complicadas para poder ganar (y muchas veces lo hacían, debo decir). Pero nos dejaban en posición de ventaja muchas veces, puesto que ellos se concentraban más en embocar que en la posición en que quedarían las bolas cuando nos tocara el turno a nosotros. De ahí que nos apodaron como "bilardistas" y ellos se autoapodaron, en honor a una idea ampliamente extendida de supuestos amantes del juego limpio y bonito, como "menotistas".
En mis clases de teoría de juegos suelo contar esta anécdota, con todas su posibles moralejas o enseñanzas asociadas, tales como "el que no arriesga no gana" (la enseñanza para un menotista) o "el que no arriesga no pierde" (la de un bilardista).
Voy al punto. Lo mismo sucede hoy con las lecturas que se hacen de los diarios, del papa, del kirchnerismo y de "la mar en coche" (para usar una expresión muy pero muy vieja). Hay un filtro de selección en las noticias por parte de quien lee e interpreta que es similar a lo que acabo de presentar. Ante el mismo hecho, con la misma narración, cada uno saca conclusiones diferentes dependiendo de donde se para y de las posibles consecuencias que tenga el resultado de su mirada sobre lo que desea del futuro. Es como sucede con los "me gusta" de muchos muros de Facebook.
Don Diego, mi contribución al nuevo blog será, seguramente, un escopetazo para matar una mosca... Me entusiasmé con el título del post, y luego me di cuenta que me costaría polemizar con todas las implicancias (mucho menos luego de ese cierre, ciertamente muy ingenioso). Le dejo "mi mirada" sobre el asunto... Dispense la pluma, que no es la suya... Y comprenda también lo afiebrado del momento (transmisión de Canal 13 de la Final de la Copa del Mundo), en el que hubiera jugado doble contra sencillo que Bilardo sólo podía hablar así porque ya tenía el contrato firmado para dirigir argentina (me faltó olfato para ver que sería director general, no técnico). Los escenarios no son lo mío!!! No sólo me reivindiqué menottista allá lejos y hace tiempo (creo que la enseñanza es "se juega como se vive"), sino que inauguré (y clausuré en el mismo momento) mi veta "anti". Soy anti Carlos Salvador Bilardo!... Lo demás, está escrito http://www.porfavorbilardono.blogspot.com.ar/ Fuerte abrazo! DG
ResponderEliminarMuy bueno!!!
ResponderEliminarAhí va una, como para moder el pasto... El moderno CSBilardo es... Gregory House, MD!!!!! Chupate esa toronja....
EliminarLeí tu post. Y lo comparto. ojo! De hecho, digo, supuestamente tal cosa, supuestamente tal otra. Pero lo que quiero decir con este post, es que las conclusiones las sacamos antes de leer el periodico, por ejemplo. Antes de que CFK vaya no vaya a Roma, digo. Al que ya no le gusta, a lo que haga el otro lo leerá de forma tal que haga lo que haga está mal. Al que le gusta, al revés.
ResponderEliminarSiiii, en un todo de acuerdo. En un micro-nivel (por caso, la comisión vecinal, o la política en una facultad), esos "atajos" son, en mi opinión, el fruto de la ignorancia del otro. Cuando algún mágico evento (resultados que se estiman muy parejos, o una "amenaza externa común", y no queda otra que sentarse a conversar), los adversarios se conocen, y resulta que no estamos tan lejos como creíamos... O no siempre. La ignorancia (del otro) es la anti-política. Y el temor a lo desconocido (si algo así existe, ya que por caso, A. Dolina cuestiona seriamente la lógica de esa expresión) es el peor consejero. Como ya agarré para el lado de los tomates, vuelvo al comienzo: tu propuesta de entrarle a la polémica M-B era una de corte analítico, y la mía bien visceral... Pero como todo tiene que ver con todo... Fuerte abrazo
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