jueves, 25 de diciembre de 2014

Raices de soledad

Pasaron ya 2 meses y unos días desde que corrí la Maratón. NO he vuelto a escribir en el blog desde entonces. Con mucho trabajo pendiente, me impuse no escribir mientras no terminara. Asi pasaron los días, y no regrese al blog. Hoy, pensaba en escribir. Bajé unas pelis por torrent, recuperé la clave de una vieja cuenta de correo (hotmail). Lei los 3600 mails que no habia visto durante un año. Retomé una novela que había dejado discontinuamente a cada rato, a lo largo del año. Me preparé para salir a correr mis habituales 9-10K para cuando bajara un poco el sol. Y, mientras tanto, me topé  con estos dos párrafos:

"De finales de aquel extraño verano a principios de invierno no se produjo en mi vida nada que pudiera denominarse "cambio". Los días empezaban y terminaban sin imprevisto alguno. En septiembre llovió mucho. En noviembre hubo algunos días de mucho bochorno. Salvo por el clima, un día apenas se diferenciaba del otro. Iba a la piscina casi a diario, nadaba una larga distancia, paseaba, hacía tres comidas al día y procuraba emplear mis energías sólo en cosas reales y prácticas.
A veces, sin embargo, la soledad me punzaba el corazón. El agua que bebía, incluso el aire que respiraba, venía cargados de largas agujas de punta afilada. Las esquinas de las páginas del libro que sostenía en la mano me amenazaba con un destello blanco como filos de una navaja de afeitar. A las cuatro de la madrugada, cuando todo estaba en silencio, podía oir como crecían las raíces de mi soledad" (H. Murakami, Crónica del Pájaro que da Cuerda al Mundo, Parte 3, Capítulo 3)

Y después de leer este párrafo, seguí con la lectura enganchado.