En septiembre de ese año (1997) yo me iba a vivir a D.F y, casualmente, un gran amigo de Flavia y David se iba para allá también. Se trataba de Salvador S, quien había nacido en Santoña, comunidad de Cantabria, al norte de España. Llegué al D.F el 22 de Agosto de 1997 a la casa de Fabián R, en Chimalistac. Al día siguiente arribó Salvador, con quien inmediatamente "nos hicimos requete cuatachones", dijera la Vargas. (Ya he contado un par de anécdota, casualmente, acerca de aquellos días). Más o menos por el 98 yo me fuí a estudiar a Salamanca. Ahi me vi con David nuevamente y con Salvador, que fue en el avión conmigo por unos días. Recuerdo ese mega avión de Airfrance en el que volamos a Paris y luego a Madrid.
En el 99, David nos vino a visitar a México. Y creo que también por esas fechas Marcelo B. Entrado el siglo XXI, Salvador se regresó a España y se instaló en Madrid. Por es época, Gustavo D, a quien durante todo este tiempo yo casi ya no lo veía, se fue a vivir a España. Y como no podía ser de otro modo se hizo muy amigo de Salvador. Calculo que fue también en esa época que Gustavo mientras estudiaba en Madrid se hizo amigo de Diego P, porque hasta donde supe Diego P, Salvador y Gustavo jugaban al futbol juntos en unos picados que hacían, quien sabe donde, en Madrid. Me contaron, también, que algunos veces los fue a visitar Marcelo B, que por entonces se había mudado a Barcelona.
Cierro el circulo. Hace un año y medio o dos años, con motivo de mi llegada a una nueva universidad conocí a Diego P, a quien yo aún no conocía en todo este enredo. Y, como no podía ser de otra manera, nos hicimos amigos, además de casi vecinos. Esto me lleva a pensar, muy a la Paul Auster, que todo es pura casualidad o bien que las amistades, en cierto modo, tienen propiedades transitivas.