lunes, 6 de enero de 2014

El día que más corrí

Hoy fue el día que más corrí en mi vida, pero no se porqué ya no quise venir al blog y escribir algo. Corrí casi 30 kilómetros (28.7) unos 14 a la mañana y unos 14 a la tarde. Antes de salir a correr a la mañana, recibí una llamada desafortunada. De esas que, creo incluso, quien las hace se arrepiente. Fue sin querer, queriendo (como decía ese entrañable personaje). Salir a correr me evita hundirme en las profundidades de la angustia, que pensé había superado los primero días de diciembre, y que hoy retornó con fuerza. Googlié la palabra angustia y encontré su definición. Luego me fui al trabajo. No había casi nadie, salvo los miembros del departamento de Economía, que al parecer tienen la costumbre de estar en enero en la universidad. Pagué mis cuentas, muchas cuentas pendientes. Analicé la evolución de mis gastos para este año. Estudié como podría evolucionar el monto de la tarjeta de crédito que me pone en rojo todos los meses. Analicé la estructura de ingresos proyectada para este año. Me puse a leer esta novela que tengo hace un par se semanas en las manos (1Q84 libro 1 y 2). Almorcé una ensalada. Regresé a mi oficina, hice un par de videoconferencias por skype para organizar unas clases. Y a las 17 regresé a mi departamento. Seguí leyendo hasta las 18 y me fui a correr nuevamente. Saludé a Ruffino y Florencia que estaban en la entrada del edificio. Corrí de nuevo unos 14 km. Esta vez sentí que sudé más que a la mañana. De regreso, sentí que volvía a mi equilibrio. "Mi terapeuta esta de vacaciones, de modo que quizás deba compensar con dobles rutinas de running su ausencia", pensé riéndome. Ya estaba mejor. Tomé mucho jugo frío al regresar. Me bañe y me quedé secándome de bajo del aire acondicionado y el ventilador encendidos. Noté que mis pies estaban bárbaros: la fascitis plantar desapareció luego de todas las sesiones de kinesiología. Hablé por teléfono. Saludé a amigos y amigas que se iban de vacaciones. Destapé una cerveza, que estaba abierta de ayer a la noche cuando cenamos con Luciana y Julián, porque Camila se había quedado dormida. Me tomé la chela, seguí leyendo el segundo libro de Murakami: 1Q84 (llegué a la página 720). Justo cuando Aomame y Tengo por fin, después de toda una vida de pensarse, quizás se vuelvan a cruzar. Ahora espero que sean las 22:00 horas y ver "Escobar: El Patrón de mal". Y ... el aire freso del ventilador y del aire, mientras tanto, completan este estado de equilibrio inestable, pero placentero al fin y al cabo. Hoy fue el día que más corrí en mi vida.

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