viernes, 23 de octubre de 2015

Sobre el enraizamiento del PJ como virtud (y no como defecto)

Charlaba con unos padres en la puerta del colegio de mis hijos que votarán al PRO, y uno de ellos me preguntaba, un poco indignado, pero manteniendo la voz amable y la charla sostenida:
 - Como puede ser, Diego, que el escándalo de los contratos de Niembro, le pegue tan duro a Mauricio Macri, y qué los casos de corrupción del gobierno no le hagan mella a Daniel Scioli? 
Lo miré, sonreí, y ensayé una explicación. No le convenció. Le pareció que tenía algo de razón, pero que era injusto que eso pasara. Abandoné la charla sobre política, y seguimos hablando de lo que tardaba en entrar la primavera. La charla la repetí en varias ocasiones con familiares, con los amigos de "futbol" de los jueves por la noche, y así se repetía. El tema me llevó a escribir esta pequeña nota para el diario en el que soy asiduo columnista, acerca de ¿Porqué no le entran las balas al Justicialismo? [La Voz del Interior (pinchar aqui para ver el artículo).

La idea más o menos es clara: es un partido muy enraizado en la sociedad argentina, con una fuerte incrustación territorial en organizaciones de todo tipo, ya no solo sindicales o profesionales. Ese enraizamiento, un atributo central de todo proceso de institucionalización partidaria, es concomitante con el desarrollo de una fidelización del voto o, como se dice en términos peronistas, lealtad partidaria a nivel del electorado, que es independiente de la conducta de sus dirigentes. Me explico, no importa lo que haga tal o cual dirigente en particular; lo que prima es la identidad colectiva del electorado con la organización. El PJ es como un ombú, con raíces prominentes, que le confieren mucha estabilidad. En cambio los otros partidos, son arboles con raíces débiles.

Por lo demás, diría que al sistema de partidos en argentina le está faltando otro partido similar que exprese a los que no son peronistas, en general, justicialistas en lo doctrinario o kirchneristas en la coyuntura histórica. Lo no peronistas, no tienen un partido con esas bondades (que para ellos al carecer de éstas, las ven como "maldiciones"). En resumen, digo en ese artículo, que lejos de ser un defecto, es una virtud. Virtud que le está faltando a la otra mitad de la dirigencia y del electorado argentino.

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