sábado, 16 de marzo de 2013

Francisco y mi agnosticismo cristiano

La noticia me tomó en Panamá, estaba haciendo una consultoría. Recuerdo que también la muerte de Nestor Kirchner me tomó por sorpresa allí, haciendo más o menos casi lo mismo. Esta vez venía de almorzar en un restaurante de la Ciudad del Saber cuya dueña era una argentina. Había corrido a la mañana temprano, así que me sentía liviano. Aún no sabíamos quién era el elegido, pero ya se sabía que de la chimenea salía humo blanco. Hablábamos con Harry acerca de lo complicado que podría ser para un presidente tener como papa a un cardenal de su país. Seguía por twitter las noticias. El gallego Iglesias tiró en un momento que era Scola, y ahí atrás salimos varios. Viralizando. Justo había leído hacía poco algo de su curriculum, pero no era Scola. Finalmente leí la noticia: era Bergoglio, el cardenal primado de Buenos Aires. Confieso que me impactó! Se acercaron varios colegas y personal administrativo a hacer las bromas de ocasión. Un papa argentino! Que la mano de dios! etc. Era todo risa --respetuosa, por cierto.

Pero me quedo con el impacto que en su momento me produjo. Creo que aún hoy, un par de días después siento esa sensación difícil de explicar. Entre chauvinista, medio cursi, raro. Lo digo: estaba un poco emocionado. No soy un hombre de fe, aclaro. Pero si bien soy agnóstico, no soy anticlerical (quiero decir: no soy un "matacura", como define mi amigo Nicolás a esa tendencia). Aunque puede sonar a "tengo un amigo negro y otro judío", tengo muchos amigos practicantes y suelo tener un buen trato y aprecio por muchísimos sacerdotes conocidos de la familia. Me cuesta entender la expectativa con que transitan la vida, pero eso no me aleja. No se si leyeron conversaciones en la catedral, pero si lo hicieron, yo mismo me recuerdo a Zavalita: intentando abrazar alguna causa, buscar algo en que creer, termino por no estar convencido de nada! Corro, luego existo...  bien podría ser, "dudo, luego existo...". Quiero decir, no estoy en condiciones de afirmar cosas que no puedo demostrar, aunque a veces sí lo hago por intuición. Pero no puedo aceptarlas estandarizadas. No puedo vivirlas con un compromiso "militante". Me pasa y me pasó también con la política.

Fui educado en la fe católica.Tuve una adolescencia, también, muy vinculada a la Iglesia. Participé activamente de movimientos de la Iglesia. Pero quizás del mismo modo que Zavalita en el partido comunista. Tenía fe, era un joven de fe. Pero, también de nuevo como Zavalita, me gustaban las minas que iban a misa, y eran las únicas que conocía (risas). Pasó el tiempo y mi fe siguió ahí adentro hasta que se topó con una razón que la cuestionó severamente. No resistió el cimbronazo. Aún así, incluso en la universidad, me identidad seguía siendo católica. Esto lo he hablado con pocas personas, y no todas lo entendieron o entienden. Incluso cuando ya no creía, seguía completando los formularios que preguntaban por mi religión como católico. Con el tiempo fui razonando esa sensación.

Aún hoy, diría, soy culturalmente católico, aunque agnóstico. Eso en general es lo que no se entiende y es difícil de explicarlo. Explico mi agnosticismo. Hay dos cosas centrales en la estructura ideológica -si se me permite esa expresión- de la fe católica que no entiendo, que no comparto, que no puedo aceptar. La primera radica en derivar de la (para mi improbable) existencia de un ser superior un conjunto de normas morales (en especial las sexuales) y sociales que gobiernan la vida de los hombres. Aún admitiendo la existencia de dios, todavía queda un trecho largo para demostrar que es esa y no otra la forma de vivir la vida. Puedo incluso admitir que, en términos generales, culturalmente acepto y hago propias esas formas de vivir la vida (digamos las normas sociales en general) pero es imposible demostrar que hay algún mecanismo para revelarlas. En el antiguo testamento Moisés sube un cerro y baja con unas tablas. Se produce ahí un problema central, para mi: ¿hay que aceptar eso como bueno?  ¿o bien cuestionarlo como un extremo acto dictatorial, que usa instrumentalmente a dios para imponer un orden? No hay como, para mi, empezar por justificar y demostrar eso. Por eso la fe, dirán algunos. Pero soy un hombre de razón. Incluso aceptando las dos cosas como buenas, o como no dañinas, no encuentro el vinculo entre ambas. Esa forma de justificar normas o decisiones, también las encuentro en cierta militancia política y suele ser excluyente y profundamente autoritaria (como dice mi migo Diego).

La segunda es la pretensión del monopolio de lo que se me ocurre definir como el ritual de la creencia y la bondad. Desde las más burocráticas normas de oficiar misa a las más generales prácticas de vivir en la sociedad. Ahí la historia juega a mi favor. Las formas tanto burocráticas como las prácticas sociales han cambiado tanto, que es imposible sostenerlas universalmente. De este modo, la pretensión universal se desmorona. Tener una mujer o porqué no dos; amarse entre personas del mismo sexo; darle el derecho a decidir sobre su cuerpo a la mujer; el celibato; en fin, podemos seguir toda la noche. Pero ahí el tema es crítico. Si incluso hoy, un papa modernizador y reformista lo aceptara en la agenda, tendría un problema moral y social gigante: estaría mandando al demonio miles de años de exigir vivir la vida bajo ciertas reglas que hoy, un humano con poder, actualizaría dramáticamente. Pero dejemos de lado los miles de años. ¿Qué le decimos a una persona que vivió 70 años aferrándose a una norma de convivencia, a una pareja, a lo que sea por la expectativa que lo llenaba de ilusión de darle sentido a una vida, pero comiéndose el garrón de vivir una vida de mierda? Difícil decirle que ahora ya no vale nada. Mejor aún, que lo lamento, nos equivocamos. La próxima podes vivir más relajado.

Como en estas cosas, creo yo, ha basado sus pilares fundamentales el catolicismo occidental, y le ha dado expectativas a millones de personas, pues ahí se acabó mi relación. No obstante, hay algo que no podría ahora describir con precisión pero que me une a una forma de ser de al menos algunos cristianos (casi la mayoría de los que tuve la suerte de conocer y conozco), que en general se basa en su impronta histórica: la humildad (no la manipulación de la victima), la corrección fraterna (no la honestidad brutal), el valor del arrepentimiento (no el salir del paso) y la grandeza del perdón (no el uso instrumental). Y que por esa singular (...mmm no se si cabe la expresión razón), quizá me reivindico como cristiano aunque agnóstico en cuanto a todo lo demás que le da sentido a la vida del creyente.

Por eso, le deseo suerte a Franciso en su misión (de eso capaz que me animo a pensar algunos escenarios atrevidos como politólogo, no como cristiano) y en su carrera personal, porqué no. Me encantaría poder sentir ese compromiso que sentí que me inspiraba cuando era más joven. Pero ya no, mi razón tiene 40 y pico de años y mi fe (si es que queda) tan sólo 17.

9 comentarios:

  1. Me gusta. Entiendo. Comparto. Aunque creyente y practicante. Da para muchísima charla honesta, tranquila.

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  2. Ah, con algunos compartimos la diferencia entre "haber sido católicos" y "estar intentando ser cristianos".

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  3. Si... me encantaría, hasta quizás diría, la necesitaría. Abrazo

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  4. Me gusta y te felicito por tus expresiones

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  5. Terriblemente identificado con tus palabras... Intenté algo más breve y menos comprometido en el Face... Pero con esto, me evitaste más aclaraciones (incluso cierta sensación -no determinante- de arrepentimiento que podemos tener luego de escribirlo)

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  6. Gracias por tu post. Es la explicación de agnosticismo más clara y más respetable que ví en toda mi vida.

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  7. Gracias por compartir esto, que encuentro íntimo, teniendo en cuenta además que transitamos caminos parecidos. Debo decir que yo sigo intentando una nueva síntesis entre razón, experiencia de vida y religión...

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  8. Diego: te puedo decir con toda honestidad que mi experiencia es muy similar a la tuya, y las conclusiones a las que he ido llegando son casi las mismas. Gracias, sobre todo por reforzarme en la certidumbre de que no soy el único que lo ve así. Saludos. Carlos Leonhardt

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  9. AH! Mary Lory, que booludo soy! No sabía que eras vos!!! ja..ja..

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