viernes, 22 de febrero de 2013

Laurita

Tengo un escalofrío que recorre todo mi cuerpo. Ahora llorisqueo un poco. Mi cabeza esta llena de Laurita. Laurita se reía. La mirabas y se reía. Le hablabas y se reía. Pese a su generación, su risa no era una risa histérica. Era una risa nostálgica. Una risa amorosa y tierna. Una risa que guradaba un secreto. Se sentaba con Fernanda. Las dos tenían el cabello largo, negro y con rulos. Mucho tiempo después me enteré que se reían porque Laura sabía que Fernanda gustaba de mi y no quería que yo lo supiera. Laura era especial. Era silenciosa. No era de esas personas que podía estar hablando horas. No era Verónica, no era Cynthia, no era Fernanda, tampoco Silvia. Pero era ella. Su presencia se notaba, como seguramente se notará su ausencia.

En esa epoca, la vida parecía eterna. Creo que después del viaje de egresados, Laura, se puso de novia con Franco. Franco era compinche mio en 5° año. Asi que, entre una cosa y otra, compartimos muchas cosas juntos luego de la secundaria. Incluso la iba a visitar a su casa paterna, en la calle Entre Rios frente a lo que hoy es Telefé y en ese entonces era Sono Film. El tiempo pasó, la vida pasó, cada quien hizo su vida.

Nos reunimos en el 2008, si mal no recuerdo. Cuando Facebook permitió poner en contacto a mucha gente. Laura ya estaba casada, tenía dos hijas. Todos teniamos unos veintitantos años más que por entonces.

Regreso a la casa donde Laura vivía porque tenía algo especial para mí. Era la misma casa donde mi madre había vivido toda su adolescencia hasta que se casó con mi Papá. No era una casa parecida, era la mis-ma-ca-sa. Me había echo muy amigo de la familia: de su madre, de su padre, de su hermana, de su hermano. Era una familia muy parecida a la mía, y eso --quieras o no-- te hacía sentir cómodo.

Hoy de casualidad leí en el muro de Silvia Z, lo siguiente:
sabia que el momento llegaria, me senti preparada...en mi eje, con buena base de sustentacion firme!...me equivoque...sí..ya sé que pasa...pasa no?...yo que siento que siempre me la banco...no me la estoy bancando...!!
Le dije que le mandaba un abrazo, sea lo que sea... Silvia, no había perdido esa frescura y ese desparpajo que tenía en la secundaria, y no me la puedo imaginar en su actual rol de médica. A los minutos me escribió Fernanda G, por inbox: Diego, murió Laurita!!! Y ahí, el escalofrío con que escribo estas lineas se apoderó de mi piel y no me deja. Hace un par de años, no más, nos vimos por ultima vez. Fue en la casa de Verónica, en una asado al que yo llegué para los postres y el café. Eramos varios ex compañeros del secundario, con los maridos, las mujeres, los hijos y las hijas. Y estaba Laura, siempre sonriendo... cansada, pensé. Cansada con los años, con la crianza a cuesta.

Fernanda me contó que Laura había tenido cancer de mamas hacía unos 10 años, pero que pese a que se habia recuperado, el año pasado volvió con todo y ... finalmente, hoy murió. Mientras escribía este post, le comentaba por inbox a Fernanda que recordaba la risa de Laura. Y Fernanda, en el intercambio, me dijo:
por eso se me reia cuando le decia que era un hadita! nunca conoci sentimientos con tanta dulzura y tanto amor! ella es o era AMOROSA, TODA ELLA!!! y un amor delicado... aaayy que PUTADA TAN GRANDE!!! ella decia que nunca se imaginó todo esto!!! lo duro que era y que saldría adelante igual!! porque con lo fragil que es, la peleó como una leona con mayúsculas!!! A ella le gustaba muchisimo la cancion de ZAS tira para arriba asi que hasta el último momento le mandamos buena onda...
Qué putada! Si! qué putada! Creo que todos cuando pensamos en Laura, no tenemos otra imagen que su cara con una sonrisa. Es imposible imaginarla enojada, aunque habrá tenido sus momentos seguramente. Me hubiera gustado decirle: "Laura, tirá...tirá para arriba. No aflojes mi amor, no aflojes vos tirá!"

Corriendo enojado

Ese dia estaba muy enojado! Enojadisimo! Corrí 20 kilómetros sin parar. La temperatura estaba en los  30 y pico. Como era cerca del mediodía, el sol pegaba desde arriba y derecho. Salí desde La Barra de Maldonado, a unos 800 metros de ese puente que tiene como dos "jorobas de camello" bien pronunciadas. Y luego le pegué por la costanera derecho hasta la punta. De ida iba con ganas y con mucha fuerza. Tenía tanta bronca, estaba tan molesto, que los primeros 8 kilómetros ni los sentí. Me di cuenta que el dolor o el cansancio, se sienten más cuando uno les presta atención y las demás cosas pasan a segundo lugar. Del mismo modo, cuando la bronca o el enojo son el centro de la atención, lo demás también pasa a segundo lugar. Podía correr sin parar. Sin prestarle atención a las piernas o a la misma respiración.

Pasando el kilómetro 8, sentí que me hacía falta agua. Lo sentía! Nunca antes había tenido una sed tan desesperada. Nunca antes había sentido una imperiosa e impostergable necesidad de tomar agua. Y cuanto más pensaba en eso, más desesperado estaba. Se cruzaban muchas personas corriendo o en bicicleta, pensaba que alguien, por fin, llevaría agua en un pote o una botella de plástico. No pude más. Me metí en una de las torres que tienen vista al mar y entré a pedir agua. Pero nada. No conseguía que me trajeran ni un vaso. Disimulaba mi desesperación y me retiraba como comprendiendo las reglas de buen comportamiento y distinguido trato que les impedía servirme un vaso con agua (!). Hasta que encontré una canilla oculta en un costado de un edificio. Me avalancé desesperado. Sentía que nunca dejaría de tomar agua por el resto de mi vida. Me sentí cargado y pesado. Me mojé el cabello (el poco cabello que me queda) y la cara. Le di parejo nuevamente hasta la playa de los dedos, justo ahí donde desemboca Gorlero y comienza la punta.

Desde la barra hasta ahí, son exactamente 10 kilómetros. Di vuelta y emprendí el camino de regreso. Dicen los biólogos que cuando uno regresa, todo parece más rápido por el simple hecho de tener conocido el camino, que produce una sensación de regreso anticipado. Sin embargo, esta vez, todo parecía más lejano. Mis puntos de referencia me traicionaban. Cuando sentía que detrás de esa loma ya se venía enseguida la curva que desembocaba en el puente, aparecía una recta con otra loma en el fondo lejano. Y así tuve la sensación que la vuelta era más larga que la ida. Llegué como pude a La Barra. Crucé el puente con temor a que un baldosón saliera de su  lugar y cayera al agua desde esa altura. Llegué a la casa cansado, sediento y empapado en sudor. Me di cuenta que ya no estaba tan enojado como cuando partí. Pero al darme cuenta de ello, después del baño, volví a sentir ese enojo que me impulsaba a la ida. Creo que esa corrida me enseñó mucho de mi mismo.

domingo, 17 de febrero de 2013

Un diálogo entre Cruz y Bernal

Corrí como un loco, se puede decir. Nunca hice menos de 10 kilometros por día. Tanto al mediodía, como al atecerdecer o a la mañana temprano, encontraba un hueco para ir a correr por la playa o por las chacras, por esos caminos que cruzan en subida y bajada repleto de eucaliptos a los costados. Junto con mis corridas diarias, me reservé otras horas para las novelas. Ah, si! El verano es el tiempo para leer novelas.

Una de las que me dovoré (o me devoró, no  tengo muy claro quién se devora a quién), es de Carlos Fuentes: "La Muerte de Artemio Cruz". El protagonista está en su lecho de muerte y recuerda todos los pasajes de su vida. Es de casualidad, por una mala interpretación de su cobardía, un héroe de la Revolución Mexicana devenido en un gran empresario político. Artemio Cruz, un hombre de origen humilde y militar formado en el proceso revolucionario, tiene un diálogo con Gonzalo Bernal, un joven licenciado proveniente de una familia rica de Puebla quien se había sumado a la revolución a pesar de su procedencia. La revolución está en su fase de guerra de facciones, donde los partidarios de la misma se enfrentan en una guerra que comienza en 1914 y termina en 1917, con el triunfo de Obregón y Carranza y la derrota de Villa y Zapata.

Ambos han caído prisioneros en manos de las tropas "villistas". Carranza ha enviado a Bernal a parlamentar con los villistas que ya estaban en retirada y derrotados. Cruz es apresado en un combate. Bernal será fusilado esa misma noche. Antes de ser fusilado tienen un diálogo clave, con Cruz. Ese diálogo permite cerrar el círculo para el descenlace de la historia. Cruz no será fusilado, porque a cambio le pasa información al general villista sobre la posición de las tropas de Obregón a las que el pertencía. Luego del fusilamiento de Bernal, las tropas de Obregón caen en la prisión y acaban con los villistas. Artemio Cruz visitará al padre de Bernal, lo chantajeará, y desposará a la hermana de Gonzalo. Hará fortuna a partir de la fortuna de la familia Bernal.

El diálogo (p. 210-211) me resultó de lo mejor, para ilustrar algunas impresiones generales que desde hace tiempo tengo.

— ¿Tu traidor? [Pregunta Cruz]
— Depende de cómo lo mires. Tú nada más has andado en las batallas; has obedecido órdenes y nunca has dudado de tus jefes [Responde Bernal]
— Seguro, se trata de ganar la guerra ¿que tu no estás con Obregon y Carranza?
— Cómo podría estar con Zapata o Villa. No creo en ninguno.
— ¿Y entonces?
— Ese es el drama. No hay más que ellos. No sé si te acuerdas del principio. Fue hace tan poco, pero parece tan lejano... cuando no importaban los jefes. Cuando esto se hacía no para elevar a un hombre, si no a todos.
— ¿Quieres que hable mal de la lealtad de nuestros hombres? Si eso es la revolución, no más: lealtad a los jefes.
— Sí hasta el Yaqui que antes salió a pelear por sus tierras, ahora sólo pelea por el general Obregón y contra el general Villa. No, antes era otra cosa. Antes de que esto degenerara en facciones. Pueblo  por donde pasaba la revolución, era pueblo donde se acababan las deudas del campesino, se expropiaba a los agiostistas,  se liberaraba a los presos políticos y se destruía a los viejos caciques. Pero ve nada más cómo se han ido quedando atrás los que  creían que la revolución no era para inflar jefes sino para liberar al pueblo.
[....]
— Se lo dije desde al año 1913 a Iturbe, a Lucio Blanco, a Buelna, a todos los militares honrados que nunca pretendieron convertirse en caudillos. Por eso no supieron parale el juego al viejo Carranza, que toda su vida se ha dedicado a sembrar cizaña y a dividir, porque de otra manera, ¿quien no le iba a comer el mandado, viejo mediocre? Por eso ascendía a los mediocres, a los Pablo Gonzalez, a los que no podían hacerle sombra. Así dividió a la Revolución, la convirtió en guerra de facciones.